Llueve.
Las lágrimas caen y
se mezclan con el café ,
que sostengo entre las manos,
caliente.
Es la única prueba de que estoy viva,
porque me quema.
El sabor es una mezcla extraña,
agridulce.
Mis suspiros empañan el vaho de la ventana
que desvela el mensaje que dejaste,
no se ha ido.
Pero miro a tu lado de la cama
y está vacío.
No estás y hace frío.
Hace frío y yo tengo esas ganas abstractas
de que me abraces,
de que me beses...
Es ridículo.
Es ridículo pensar en tí
de esta manera que me destruye.
Tú,
que me encontraste en ruinas
en medio del campo de batalla
y me reconstruiste.
Irónico principio
para tan trágico final.
Ya que ahora
me has vuelto a arrojar a la arena.
Una ola de magma y ceniza
me inmoviliza,
me convierte en piedra.
Fuiste el Vesubio y yo,
Pompeya.
Imprevisible y mortal.
Sólo veo oscuridad.
¿Dónde hay una mano fuerte
a la que me pueda aferrar?
Me ahogo en este mar.
La sal no cicatriza mis heridas,
duelen más.
Super bonitooo!! :)
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